lunes, 18 de agosto de 2008

El privilegio de no pertenecer

Cuando era chica, tipo 8, 10 años, me encantaba hurgar por las cosas de mi mamá. Revisar cajas con revistas de los ochentas adentro. Me encantaba ver cómo se vestía la gente en esa época: las hombreras, los colores estridentes.
También me gustaba revisar sus maquillajes, sus papeles, sus cajones, todo, todo. Era una actividad que me generaba un placer extraño, aunque yo sabia que eso no estaba bien y que a mi no me gustaría que me revisaran mis cosas, no me importaba eso, yo solo quería ver.
Como que una curiosidad compulsiva me invadía.


Ahora me gusta googlear a la gente nueva que conozco. Es como una forma de saber con quien estoy tratando. No paro hasta encontrar algo de aquella persona que busco. Ahora soy una espía cibernética.


Cuando voy a lo de Rainer, me gusta llegar y observar toda su habitación, captar hasta el más mínimo cambio. Lo que me gusta de él es su universo chino, todas las cosas que le pasan, todas esas personas desequilibradas que conoce, ese mundo bohemio y medio enrarecido en el que se mueve. Yo en ese mundo me sentiría mal, yo no pertenezco, tampoco quiero pertenecer, yo sé que no es mi territorio, pero me encanta que me cuente. Para mí él, es como una gran usina de historias.


Con las fotos viejas de la vida cotidiana de los otros tengo una especie de fascinación. Puedo mirarlas durante mucho rato. Me encanta observarlas, me encanta imaginar el pasado que muestran las fotos.

Creo que definitivamente tengo alma de espía, o será alma de observador?

Sentarme afuera del caos de los otros y observar, aprender, convertirme en ojo.





(Por algo me dedico/me voy a decir a la crítica de arte, porque que es el critico de arte sino una especie de ojo gigante, con discurso propio, claro, pero su objeto de estudio no deja de ser eso que hicieron los otros. Se alimenta de otras discursividades, de otras ¨ historias ¨. Otra vez la presencia del afuera, ese lugar que me gusta tanto)


Sara

martes, 12 de agosto de 2008

tengo el corazon ansioso/ soy un work in progress

Me faltan siete materias y me recibo en el iuna, aunque todavía no superé mi pánico a rendir finales. Eso de sentarme en frente de tres profesores y presentar un discurso tal que demuestre que he aprendido/ memorizado los contenidos de la materia como que no me sale, como que entro en pánico, no puedo, entonces no me presento.

Por fin empecé la carrera de edición, hace mucho mucho tiempo que le tengo ganas a esa carrera desde que estaba en el secundario, o sea no sé ni siquiera si me va a gustar, si me interesa realmente trabajar en el negocio editorial, pero sin dudas me va a servir. Y por otro lado, cuando uno tiene un deseo, tiene que escucharlo, porque todo lo que uno no hace en la vida (y tiene ganas de hacer) después la vida te lo cobra. (Suena como muy autoayuda, pero es así...).
La primera semana como que me dieron ganas de salir corriendo, demasiada gente, como que todo demasiado masificado (yo estoy acostumbrada al iuna que es otra onda). Me tengo que tomar dos colectivos y eso me agota, todavía no sé donde quedan los baños, todavía no sé en cual de todos los fotocopiadores tengo que comprar todos los distintos apuntes que tengo que leer, ahhh y tampoco hable con nadie todavía. En definitiva, como que soy un fantasma perdido… pero bueno, tengo que respirar profundo… y tomarme las cosas con soda… o recurrir a las técnicas de relajación que aprendí en las clases de yoga…


También empecé a estudiar dramaturgia .La profe me parece increíble, una capa. En la primera clase empezó a hablar de la fuerza apolínea y de la fuerza dionisiaca. ¨ Ya esta, sí, es acá donde tenia que estar ¨ pensé.
Después hicimos ejercicios de estimulación artística y confirme lo que temía: definitivamente mi imaginación esta como media oxidada… fuck! O por ahí eran los nervios, porque como que soy demasiado tímida y me da mucha impresión hablar enfrente de 20 personas que no conozco y encima hacerme la loca imaginativa. Como que tengo límites y el trato con la gente tiene que ver con mis límites….

En fin, me hace bien tener nuevos proyectos, como que me hace sentir viva. Como que soy de esas personas que necesitan cambiar cada tanto, aunque eso le genere stress, aunque después le den ganas de salir corriendo, aunque en el medio me de cuenta de que tengo problemas a causa de mi timidez… no importa.

Me di cuenta, también de que me invade la ansiedad, como que a veces me gustaría tener treinta años para ya haberme recibido de critica de arte, ya ser editora, ya ser dramaturga, ya haber terminado todos los niveles de francés e ingles , vivir sola en una cosa con onda, ya tener una carrera y vivir de lo que me gusta, ya haber viajado por todos los lugares que quiero, en fin, ya todo. Quisiera disfrutar de todo el trabajo y esfuerzo realizado.
Pero resulta que recién estoy en mis veinte y para llegar a todo eso que quiero tengo que quemarme los pelos del orto, es así. Yo lo entiendo, y esta muy que sea así, pero igual me agarra la ansiedad.

Sara

es tan lindo proyectar

Durante mucho tiempo, casi desde que empezó este año, estuve proyectando cosas que quería hacer, que necesitaba hacer. Sin embargo, porque me acorde tarde, por cuestiones académicas, tiempos, blah, no podía hacerlas. Ahora llego finalmente el tiempo en que puedo hacer aquello que deseaba. Y saben que siento ¿¿? Siento que mis proyectos me superan, siento que no me dan las energías, que mejor me quedo durmiendo…. Un horror…

Pero ojo, tampoco me tomo tan en serio mis miedos… o sea, como que sí, escucho lo que dice mi mente, pero nunca, nunca dejo de tener en cuenta de que como todos pienso demasiadas boludeces.

sara